jueves, noviembre 16, 2006

Atentamente: López Obrador

Nudo Gordiano
Por: Yuriria Sierra

“Lo siento. Es así, y sólo así, como debo empezar esta carta. Pidiendo una disculpa. Por no haberlos escuchado, por no haber entendido a tiempo que éste era el barco de todos, no sólo mío. Por guardar silencios y nunca dar explicaciones. Perdón por pensar que ustedes se sumaban a mi causa por mera ambición y conveniencia. Por no entender que, sin duda, muchos de ustedes lo hicieron por convicción y sí, también, por amistad y afecto honestos y probados.

Discúlpenme, compañeros, por no entender a tiempo que su apoyo y su lealtad eran voluntarios, nunca obligatorios.

“Queridos compañeros perredistas: lamento muchísimo, de verdad, haber pensado que tenían el deber de seguirme adonde fuera, así fuera al abismo. Y creer que era su deber hacerlo a cambio de muy poco —a veces de nada—: es más, en ocasiones, incluso, a cambio de su propia anulación. Por no entender que teníamos que responder como equipo y no como un movimiento autoritario girando exclusivamente en torno a mi persona. Por no entender, en realidad, que aquí y con ustedes, el proyecto se llamaba ‘México’ y no ‘Andrés Manuel’. Que ustedes —cada quien con su talento, con su experiencia y conocimiento, con sus ganas— eran parte fundamental para alcanzar la victoria electoral. Perdón. Por ignorar el significado de la humildad, de la recapitulación, de la modestia. Perdón, sobre todo, por la palabra ‘perdón’: por no pronunciarla nunca.

“Me avergüenzo de mis desplantes, de mi arrogancia, de mis amenazas (reales o veladas). Me arrepiento de no haber visto en ustedes a hombres y mujeres realmente comprometidos con nuestra causa. Sí, debí decir ‘nuestra’ y no simplemente ‘mi’. Y si no supe asumirlo a tiempo, ahora es la vida la que me obliga a sentir su moraleja. Perdón a los que sacrifiqué en el camino por percibirlos como amenaza a mis ambiciones, perdón por tomar decisiones desde mis temores y fantasmas. Perdón por orillarlos a darme la razón sistemáticamente para no desatar un ataque de furia. O de vacío. Perdón por desconfiar del desacuerdo, del consejo, del aviso. Perdón. Por acusar de ‘traidor’ a quien no asintiera a ciegas. Por olvidar el significado de ‘complicidad’ y traducirlo como ‘reverencia’. Por creer que mi carisma bastaba para que el país me diera un cheque en blanco. Empezando por ustedes. Sí: perdón por minimizar su propia y legítima pasión.
“Sí: me equivoqué. Fallé cuando los desoí y me aferré tan sólo a mis coordenadas. Leí el documento que redactaron recién. Lo reconozco: no debí enfrentarme a Fox, debí asistir a todos los debates y reunirme con los empresarios, pero, sobre todo, debí confiar más en ustedes y menos en mi juicio ensombrecido por el miedo y la soberbia.

“Perdón por olvidar que no existe notoriedad ni cargo que sean eternos o que no sean prestados: que somos, como dicen por ahí, sólo aves de paso. Que lo único que permanece al margen del poder y sus absurdos es la satisfacción de haber hecho lo correcto. Y lo correcto empieza por casa: por la solidez de los lazos que uno teje con los suyos. Perdón, sobre todo, por no saber corresponder con el mismo cariño y entrega que ustedes me han tenido.

“Atentamente: Andrés Manuel López Obrador”

Posdata: Obviamente, esta carta nunca será escrita por el ex candidato. Y aunque sus compañeros perredistas sigan —cual Ariadna— sosteniendo el carrete con el hilo, todo parece indicar que AMLO no puede matar al monstruo. Después del 20 de noviembre y el 1 de diciembre, ¿podrá o se perderá para siempre en su propio laberinto?